sábado, 31 de enero de 2009

Paradoja Circular.

"-[...] cuando conoces de verdad a alguien no puedes odiarle.
-Tal vez sea que no puedes conocer a nadie de verdad hasta que dejas de odiar.
-¿Es una paradoja circular? Dom Cristão dice que la mayoría de verdades sólo pueden ser expresadas en paradojas circulares.
-No creo que tenga nada que ver con la verdad, Olhado. Es sólo causa y efecto. Nunca podemos evitarlo. La ciencia rehusa admitir ninguna causa excepto la primera: derriba una pieza de dominó y la siguiente también cae. Pero cuando se refiere a lo seres humanos, el único tipo de causa que cuenta es la final, el propósito. Lo que una persona tenía en mente. Una vez comprendas lo que las personas realmente quieren, ya no puedes odiarlas. Puedes temerlas, pero no odiarlas. Porque siempre puedes encontrar idénticos deseos en tu corazón."

La Voz de los Muertos, Orson Scott Card.


Si viviera en este libro, sería Portavoz de los muertos. Sin duda.

miércoles, 28 de enero de 2009

Refugio.

Hoy me he vuelto a escapar. He ido a ese lugar donde hace tres años me refugiaba cuando me era insoportable estar encerrada en mi casa, con las paredes amenazándome, pero me era aún más imposible salir con gente a mi lado.

He vuelto a experimentar ese odio irracional hacia todas las personas. He querido que el viento me golpease la cara y se llevara las tristezas que siento sin necesidad. He querido mirar a los niños, obsarvando nuestro futuro, observando sus sonrisas, juzgando si serán buenos médicos, buenos maestros, buenas personas. Me he sentado sola a ver la fuente que hoy estaba vacía y apagada. Sin duda, es más bonito en verano.
No me hacía falta nada más que yo, mi música, un libro y el frío de la soledad que me devuelve el calor. Y ni si quiera me he dado cuenta de que ha empezado a llover sobre mí hasta que no ha sido demasiado tarde para cerrar el libro y proteger sus palabras del agua, así que lo he dejado abierto y he seguido sumergiéndome en los sentimientos de otros que ni si quiera son reales. Y me he preguntado si alguna vez volveré a sentir... como aquel verano. Como hace dos primaveras. Me pregunto si aparecerá un Tú que le dé sentido a todo esto que albergo y ahora no entiendo, porque al no tener destinatario se pierde y se difumina, haciendo que pierda su claridad.

He estado a punto de llorar. Entonces he cerrado el libro, me he levantado y he vuelto a casa.

No, no estamos en ese verano. Y jamás volveré allí, porque ese verano me hizo más daño que ningún otro momento en mi vida, porque algo murió conmigo entonces... murió mi inocencia, murió mi optimismo ciego que dio paso a un optimismo más realista, a la simplicidad de mi pensamiento que a veces se ve tan complicado: no tienes lo que no tienes, no hagas planes que no sabes si podrás cumplir. No hagas planes que se alejen más de unos pocos meses... porque la certeza no existe.

Pero hoy no tenía nada ni nadie de lo que quejarme en soledad. Simplemente... me apetecía estar sola, aunque jamás pensé que me pudiera llegar a afectar tanto.

domingo, 18 de enero de 2009

Pues veréis...

... pasa que hay veces que yo como jipis, y me salen sonrisas extrañas al ver las nubes y los pájaros cantores, tengo pensamientos alegres y la vida me parece maravillosa.


(Esta entrada va dedicada especialmente a Blanca. Para que tome ejemplo).

lunes, 5 de enero de 2009

Podría ser, pero no.

-Le gustaba caminar sin pisar las juntas de las baldosas. Le gustaba pensar que las cosas ocurrían por alguna razón, aunque no se pudieran explicar en el mismo instante en que sucedían. Le gustaba mirarse en el espejo las horas muertas, y descubrir que tenía imperfecciones como todo el mundo, y que darse cuenta de eso le hacía un poco más perfecta. Le gustaba dar vueltas en las calles desiertas de madrugada, y mirar las estrellas desde su ventana abierta en verano. Le gustaba sentir el frío de las mañanas de agosto y odiaba el calor artificial de los radiadores en enero. Le gustaba no haber perdido su inocencia de niña siendo ya mayor. Le gustaba creer que las personas estaban unidas con cintas de colores, aunque los propietarios de esas cintas nunca llegaran a encontrarse. Le gustaba pelar patatas cuando estaba baja de ánimos. Le gustaba hacer fotografías a niños sonrientes. Le gustaba reír sin motivo aparente, y hacer chistes que sólo entendía ella. Le gustaba, en el fondo, ser una incomprendida, porque eso le hacía diferente. Le gustaban los abrazos de oso y las manos calentitas arropando las suyas cuando las tenía heladas. Le gustaba bailar sin música, y cantar a todo volumen. Le gustaba emborracharse sin haber bebido. Le gustaba freír croquetas y cualquier cosa empanada para ver la espuma que deja el pan rallado. Le gustaba recibir un regalo aparentemente insignificante sin que fuera su cumpleaños. Le gustaban más cosas absurdas que nuca se atrevió a escribir.

Pero un día la chica, con unos ojos tan verdes como la esperanza, perdió su fe y dejaron de gustarle las cosas. Empezó a poner mala cara a todo, le irritaba el mínimo temblor del suelo. empezó a odiar todas las cosas que antes admiraba, y la vida perdió su sentido. Lo que nunca perdió fue su orgullo. ella no se estaba matando, ella estaba evadiéndose, la vida ya no la quería, ni la necesitaba. Igual que ella no necesitaba el cariño de nadie, y menos el de Él, ese Él tan torpe que dejó que tropezará y se le rompiera el corazón. Ella quería vivir, era el destino el que no le dejaba avanzar. Ella moría poco a poco y se daba cuenta, pero nunca dijo nada, porque no necesitaba hablar, ya no. Ahora, lo que le gustaba era estar en la cama tumbada, escuchando baladas tristes que aludían al recuerdo, no le hacían llorar, porque no tenían ningún sentido: Ella no extrañaba a nadie, pero le gustaba escucharlas sólo para tener una razón para poder decir que no extrañaba nada...

-Sigue...
-Y de pronto desperté. Me vi en la cama, dejando sin respiración a la almohada, muerta de miedo y frío. Ella podría ser yo. Me estoy hundiendo dentro de mí misma. Acabaré como Ella acabó si sigo así.
-¿Cómo acabó?
-No lo sé. Nadie lo sabe.