domingo, 22 de marzo de 2009

#2: Presentación (II)

-Si te dimos la llave, cenutrio, fue para que abrieras la puerta, ¡no para que nos la desencajases de la pared con esos portazos al cerrarla!


Había un chico pelirrojo en la puerta, bastante alto al lado de Ainara. Éste sonreía.
-Hola, Ai –hizo como si no hubiera oído la regañina de su amiga.
Lola salía de su cuarto en ese mismo momento. Miró alrededor y levantó una ceja cuando hubo terminado de repasar el pequeño salón.
-¿Y Celeste? –preguntó.
-¿Quién? ¡Ah! ¡Celeste! En su casa, supongo. Cortamos ayer. Bueno, corté, está claro.
-¿Por qué?
-Lola, por Dios. Me duele que dudes de que ella me dejara a mí –el chico se miró las uñas.
Lola volvió a levantar la ceja.
-Alex, me refería al por qué de dejarlo.
-Bueno... no era para mí –contestó sencillamente.
-¿Ves? ¡Ni si quiera le gustan! ¡Lo hace para torturarnos!
-Me divierten las niñas bien, es divertido darles largas. –Alex sonrió maliciosamente –Da igual. ¿Una play?
-Me niego. Hoy no –dijo Lola.
-Aiiiii, apóyameeee. Seremos dos contra uno.
-No. Eres un torturador. Lola elige.
Alex suspiró, resignándose, y cruzando los dedos por detrás de la espalda. Lola y Ainara se sonreían. Era estupenda esa especie de lealtad entre mujeres, era divertido cuando iban contra el chico las dos.
-¡Veamos una película! ¡La Vida de Brian! –hasta Lola se sorprendió de su efusivo tono de voz.

Los otros dos asintieron. Lola se sentó en el suelo, buscando en la pila de DVDs dentro del mueble de la tele. Ainara conectaba los cables a la televisión, también sentada en el suelo. Y Alex se sentó, solamente por no quedarse de pie.
Volvió a oírse cómo la puerta se cerraba tras ellos. Entraba un chico alto, con el pelo recogido en una coleta formada de rastas, mochila al hombro y bolsa de plástico en la mano derecha. Vestía con una camiseta con el dibujo de PacMan. Todos, menos Lola que seguía buscando la película, se giraron hacia él.
-Ey, colega, ¿qué tal? –le dio la mano a Alex.
-Siendo torturado por dos brujas, menos más que has llegado –recibió una colleja de Ainara que se levantaba para recibir al chico dándole un abrazo, una vez hubo terminado de colocar el reproductor de DVD.
El chico sonrió y dejó la bolsa sobre la mesa.
-¡Eh! ¡Eso es cerveza! ¡Entiendo que Lola te quiera! –alargó la brazo y cogió una de las latas. -¡Y fresquitas!

Lola se levantó al fin del suelo.
-Hola, Juanra, hoy toca peli –dijo Lola levantando la carátula mientras se acercaba a él y le besaba. –Por cierto, hay que ordenar eso, Ai.
-Ajá –dijo ésta mientras cogía una cerveza.
Juanra se sentó en el sofá, con su novia al lado, mientras leía el título de la película.
-La Vida de Brian. Chachi. Ponla ya, Alex.

El chico cogió la película y la metió en el DVD. Al darse la vuelta, ya estaban ocupados los dos sofás: el de tres plazas por Juanra, Lola y sus piernas. En el de dos plazas se estaba acomodando Ainara. El chico fue directo al sofá de dos plazas, sonriendo. La chica no le miraba. Alargó los brazos para apartarle las piernas, entonces ella habló, con voz muy tranquila:
-Ni lo sueñes –y le dio un trago a su cerveza, sin tan siquiera girarse.
-Jo, Ai, déjame un hueco.
-”¡Ay!” es lo que dirás tú si te atreves a tocarme para sentarte aquí, torturador.

Y ésta es la historia de cómo acabó Alex con mordiscos por todo el cuerpo, viendo junto a sus amigos (que se reían de él) la obra maestra de los Python.

lunes, 16 de marzo de 2009

#1: Presentación (I)

Era muy largo como para cansaros el primer día con tanto. Así que lo he dividido en dos. Espero que os guste. hasta la semana que viene.

Una chica de piel y pelo moreno, vestida con un vestido de tela largo y blanco, estaba tumbada sobre la cama de la habitación de paredes moradas sobre las que había unos cuantos símbolos de la paz pintados en verde, un póster de Bob Dylan con su guitarra, fotografías en blanco y negro y un pequeño espejo colgados.
Era una tarde tranquila. La tenue luz del sol entraba por la ventana e inundaba la habitación. Soplaba una suave brisa. Los pájaros cantaban dándole paz a la casa entera. Bajito, sonaba Bob Marley. La chica miró el reloj que había junto a la lámpara, sobre la mesilla. Eran las seis de la tarde. Nada podía ser más perfecto. Respiró profundamente llenando sus pulmones con el aroma del incienso que estaba encendido al otro lado de la habitación, al lado del ordenador apagado.
Cerró los ojos, sonreía. Estaba en total armonía con el mundo en general, era estupendo no oír los mismos gritos de siemp…
-¡LOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

La chica abrió los ojos de golpe, volviendo a la terrible realidad, lamentando la realidad. Se tapó la cara con los brazos, adivinando lo que vendría a continuación y queriendo esconderse de ello.
Un torbellino de pelo rubio invadió su pequeño rincón tranquilo. Era una chica más bien bajita, con unos ojos grandes de color miel abiertos de par en par. Vestía unos vaqueros desgastados por el uso y una camiseta que le quedaba muy ancha. El pelo lo tenía recogido en una desordenada coleta, y el flequillo le ocultaba la mitad de la cara, alterado por haber corrido.

-Ai, eres tú, qué sorpresa –dijo la chica, aún tumbada y con los brazos sobre sus párpados.
-¿Es que no me has oído gritarte?
-A penas –ironizó Lola, paciente.
-El caso es que te llamaba porque Alex va a venir –se sentó a los pies de la cama de su amiga, hablando con una mezcla de molestia y alteración.
-¿Y?
-¡Que traerá a su tonto ligue! –parecía que no entendiese por qué Lola no estaba disgustada por algo tan grave.
-A riesgo de parecer repetitiva: ¿y?
Ainara puso los ojos en blanco.
-¡Que es tonta! Es como si al estúpido de Alex le pareciese divertido presentarnos a sus líos más tontos.
-Es que es así. Además, creo que exageras.
-¿Ah, sí? –se aclaró la garganta y puso la voz muy aguda para decir:- a mí me gustan los caballos. Son bonitos. Mi papá tiene caballos. Me gustan sus coletas. Tú pareces un caballo con esa coleta, Ainara. ¿También te gustan los caballos? –dijo esto mientras lo entrecomillaba gesticulando con sus manos –¡Por Dios! ¡Un caballo tiene más conversación!
Lola se rió. Se descubrió los ojos y se incorporó en la cama. Inspiró por última vez el olor a incienso. Miró a su amiga, tomándose su tiempo.
-Vives estresada, Ainara. Ése es tu problema.
-Maldita hippie –contestó por lo bajo.

Lola sonrió, dejándole claro que le había oído. No solía hablar si no era estrictamente necesario expresar algo en voz alta, como un sarcasmo o un buen consejo. Prefería dejar que sus expresiones lo dijeran todo, y pensaba que ese era el motivo por el que Ainara la quería tanto: no juzgaba constantemente sus actos, no le decía que sería mejor que hiciera cosas que por nada del mundo haría. Así era como todo el mundo actuaba delante de Ainara, no conseguían entender sus actos tal como los concebía. Pero Lola entendía a la chica y sólo le daba consejos cuando su amiga se los pedía o cuando lo consideraba peligrosamente necesario. Y después de dos años viviendo juntas, Lola había aprendido a saber cuándo Ainara necesitaba que le dieran un empujón con palabras: prefería los gestos y los actos. Y Lola lo sabía bien porque ella era igual.

Seguían las dos sobre la cama, Lola sonriendo pensando en todo esto y Ainara abstraída del mundo mirando la barra de incienso, cuando oyeron la puerta de la calle cerrarse de golpe. Ai dio un brinco en su sitio, y Lola simplemente dirigió la mirada hacia la puerta, levantándose lentamente. Ainara se adelantó y salió al salón, donde estaba la puerta principal.
-Si te dimos la llave, cenutrio, fue para que abrieras la puerta, ¡no para que nos la desencajases de la pared con esos portazos al cerrarla!

domingo, 15 de marzo de 2009

... y cuenta nueva.

Bueno, éste es el inicio de la nueva etapa. Nuevo look. Nuevos enlaces. Optimismo reanimado. Ésta es la nueva etapa, que como expliqué en la entrada anterior, me ayudará en mi nueva vida.

Los comentarios no cuestan nada, y mola saber que hay gente que lee y apoya.

Mañana actualizaré con el arranque de la mini-historieta, que ya tengo escrita (y destruida, y escrita de nuevo). Es sólo una pequeña presentación de los nuevos personajes, pero yo creo que os gustará. Y no tengo nombre para la historieta. Creo que la dejaré como "Escupiendo Palabras" Porque mis ersonajes son míos, al fin y al cabo. Y anque no lo comparto todo con ellos, ellos también tienen derecho a escupir.

Espero que os guste la nueva etapa.

domingo, 8 de marzo de 2009

Borrón.

Bien, es sabido por todos (y si no, ya os lo digo yo) que amo los refranes. Así pues, hoy os traigo éste: a grandes males, grandes remedios.

Sigo con mi optimismo y mi ánimo de que las cosas cambien dentro de mí. Pero si sigo escribiendo como hasta ahora jamás podré empezar la nueva etapa. Así que anuncio que esto es un borrón, y dentro de poco arrancará la vida nueva.

Mis dos problemas: no escribo regularmente, y sólo escribo sobre mí. Se acabó. Voy a empezar una historia que aún no sé de qué irá muy bien, pero ya tengo los personajes. Y voy a publicar cada semana, así me obligaré a escribir regularmente, porque no quiero perder la costumbre. Me sentará bien alejarme un poco de mis propios sentimienos e inventarme otros con los que poder jugar y experimentar mi estilo.

He de decir que al no saber hacia dónde encaminaré la historia, esto puede ser un caos al principio. Mi idea es ir haciendo historietas cortas, sobre la vida de tres personas, y, si luego surge, una historia mucho más elaborada. Tampoco dejaré del todo mis pensamientos y reflexiones, así que cuando quiera estallar seguiré escupiendo sobre el teclado.

Y hasta aquí mi comunicado. Estad atentos (si es que hay alguien por ahí) porque dentro de no mucho escribiré.

Sed felices.

viernes, 6 de marzo de 2009

Algo.

Yo qué sé. Ha pasado mucho tiempo hasta que he podido volver a coger un boli, o, en este caso, el teclado. No tengo nada interesante que decir (lo siento, chicos, volved otro día). No me pasa nada malo... pero tampoco nada bueno.
Sigo buscándome detrás de todas las esquinas que cruzo, y no pierdo la esperanza porque sé que me encontraré tarde o temprano, que me conoceré, y que no me dará miedo estar en mí por más de tres días seguidos.
Quien me conoce (de verdad, no me valen los: eh, yo te vi un día en el metro) sabe que soy una persona muy optimista, pero también muy rayada. Me gusto, o al menos me gusta la parte de mí que conozco. Pero temo a la que no conozco. A veces llego a pensar que no me quiero lo suficiente, y que me escondo tras un velo horriblemente opaco de falso optimismo. Esos días el cielo es negro y yo no sonrío. Al día siguiente, pongo los pies en el suelo, y me hago consciente de que es un nuevo día, mucho mejor, con un cielo azul que deja cegato a quien intenta mirar su luz.

Estoy segura de que la mayoría no tiene ni puta idea de lo que es experimentar este tipo de cosas, para ello hacen falta muchos años de práctica y mucha fe en la vida. Yo tengo fe en la vida, es lo que Dios a las religiones. Soy partidaria de la vitalidad, del camino contínuo, y del contínuo cambio.

Hay días en los que el botón, por razones que sólo la Vida sabe, está abajo, cuando todo apunta a que debería estár más arriba que nunca. Y yo no hago mucho por evitarlo: simplemente pasa, como todo; porque sé que mañana va a ser mejor.

Pero llevo ya muchos días pensando que mañana llegará, y llegó un día en el que pensé: mañana es hoy, qué magnífico. Y así estuve durante casi una semana, hasta que algo decide ponerse al revés, y entonces yo vuelvo a recluírme en mis adentros pensando que tal vez mañana no debiera salir a la calle, pero que guramente será un buen día.

Y es que, de verdad, hay cosas que merecen la pena, y que son buenas incluso en días malos, y si eres capaz de verlo ¡enhorabuena!, eres del club de los optimistas. Pero siendo optimista realista, la cosa es más difícil, porque se sabe que no todo es de color de rosa, sino que hay cosas que no van bien, que hay cosas que se atascan y deciden no marchar. Cuando esa sensación se ahogue por completo dentro de mí, será que ya me he encontrado. Y es que, estoy incompleta, y me falta algo.