martes, 9 de septiembre de 2008

Para ti. Y sólo para Ti.

Podría ponerme a intentar escrbir versos a diestro y siniestro, como si estuviese indignada con el mundo, como si la vida fuera una mierda. Podría escribir los versos más tristes esta noche, que diría Neruda, pero me niego a ello. No quiero. No estoy indignada con nada ni nadie más que tú. Tú eres mi indignación, mi maldita espina, mi horrible dolor, mi palabra atragantada, mi muslo herido de bala, que no mata instantáneamente, desangra poco a poco, provocando sufrimiento.

La sonrisa ha ido desapareciendo, gracias a ti. Por supuesto, cuando estoy con gente, cuando tengo distracción, eres igual que un dolor de cabeza: lo olvido, y sólo molesta si alguien calla o lo recuerda. Pero sé disimularlo, lo puedo aguantar. Sin embargo, cuando el silencio lo inunda todo, mis pensamientos echan a volar hasta encontrarse de frente con tu maldito recuerdo. Y no hay asprina que valga, ni sueño que amortigüe, porque hasta en mi más profundo subconsciente te cuelas, con una sonrisa brillante y una frase preciosa.

No, no lo superé. No sé superarlo, porque nunca fuiste malo conmigo, hasta el último momento, al desaparecer. Pero ni con esas, ni si quiera tuviste el suficiente valor como para presentarte ante mí y despedirte como Buda exige: me dijiste un "hasta luego", con tintes de "nunca más volveremos a vernos". Y así me dejaste, como si pudieras dejar un post-it colocado en algún sitio de tu voz que me dijera suavemente: "Hasta nunca" mientras tú susurrabas "ya nos veremos".

No quiero preguntarme qué pasó, pero ya ves que lo hago. Claro que lo hago. Soy una persona compleja, ¿lo recuerdas? Yo sí, a la perfección. Recuerdo las caminatas a la luz de unas farolas mal puestas, las conversaciones filosóficas sobre todo y nada, mis teorías y tus idealismos. Lo recuerdo todo, ¿tu lo has olvidado? Una maldita mente compleja, a medida de la tuya, o eso pensaba yo. Pero por lo visto, mi pensamiento complejo es sólo del primer nivel, frente al tuyo que es del último, por eso jamás lograré entender esto, ni entenderte.

Y ojalá lo leas. Y ojalá te duela. Y ojalá lo sientas todo de golpe, como lo sentí yo, negándome a aceptarlo, pensando "no pasa nada", hasta que pasó y no pude obviarlo. Y ojalá te des cuenta de lo asquerosamente cobarde que has sido y de lo asquerosamente parecido a todas esas cosas que odias, a toda esa falsedad, a todo ese veneno de esta maldita sociedad que tú y yo un día, bajo unas nubes bailarinas, sentenciamos de locura, diseñando nuestro plan de educación perfecto, y nuestra jerarquía inexistente. ¿De verdad que lo olvidaste todo tan rápido?

De verad: ojalá se te claven estas palabras hasta el fondo de tu alma, con el justo veneno que las impregna.

2 comentarios:

Valerian dijo...

Yo al leer esto sólo hago un acto de conciencia buscando si hubiera podido hacer yo eso, y lo que es peor: si lo hubiera hecho, si me acordaría. Y me dan respingos al pensar que la conciencia tranquila no garantiza mucho...

Valerian dijo...

Oh, gracias, pero casualmente no serías la primera persona en la que tengo esa duda.