martes, 23 de diciembre de 2008

¿Qué pasa, Humanidad?

Estoy perdiendo dos de las cosas que mejor se me dan y que más me importan en mi vida: la primera es el don de la escritura, lo que se llama duende en el flamenco, flow en el rap... lo que sea, lo he perdido. No se me ocurren temas, si se me ocurren temas no me salen las palabras, si tengo las palabras ahí, son una tontería, si la tontería es la mayor genialidad que se ha pasado por este cerebro en toda su vida, entonces me despierto y me doy cuenta de que estaba soñando.
Y no hablemos de sueños... que me pongo de mala leche. ¿Será posible que lleve cosa de tres ó cuatro meses soñando sobre lo mismo y, de pronto, cuando el sueño se hace realidad yo no sé qué coño hacer? Normalmente idolatro a Futurama, pero los guionistas se lucieron cuando escribieron que nada es imposible si te lo imaginas en un sueño.
Aquí puedo enlazar con la segunda cosa que últimamente no me sale ni a la de tres: entender a la gente. ¿Qué os pasa, humanidad? ¿Os habéis vuelto loca de repente? ¿O es que me he vuelto yo cuerda de pronto? Porque no entiendo nada. Absolutamente nada. Sucesos inesperados por todos los lados hacia donde mire. Inconexas situaciones. Ilógicas actuaciones. ¡Centráos, por Buda! Ya sé que esto de la crisis es para alterarse, pero no tanto. Es que la gente no saber controlar sus gilipolleces.
Cada día tengo más claro algo, y es que a veces pienso que la gente es idiota, que una ola de estupidez los ha arrasado a todos, pero todo se confirma cuando los oigo hablar/los leo/los observo.
Puede que las dos cosas se fusiones, y como no soy capaz de entender mi alrededor, no soy capaz de describirlo. Quién sabe.

A veces también pienso que de pronto yo me he vuelto demasiado exigente, demasiado egoísta, demasiado estúpida o demasiado razonable... "¡Qué coño! ¡Que no! ¡Que son Elllos!" es lo que contesta mi voz interior a ese pensamiento.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Se abrazaban. El frío bailaba con sus huesos. A ella le castañeaban los dientes, pero procuraba que él no lo notara. Él se movió un poco, lo justo como para poder mirarla a los ojos. Seguía cogiendo sus manos, el único sitio del cuerpo en el que tenían algo de calor. Ella parecía no darse cuenta de que él estaba con sus ojos fijos en ella, pero sí se enteraba. miraba hacia el cielo, le gustaba ver las estrellas que salen a última hora de las tardes de verano, cuando el cielo aún tiene ese color azul que queda tan bien en las fotografías. Él suspiró, llamaba su atención con un ruido, aunque no sabía si ella se daría cuenta. Ella le miró, él sonrió.

-¿En qué piensas? ¿Por qué me miras así? -dijo ella, como si acabara de darse cuenta y se sorprendiera.
-Cuéntame... ¿Cómo es tu hermana? -preguntó tras titubear un segundo.
Hubo un breve silencio incómodo que se hizo eterno.
-¿De verdad quieres escucharlo? -sonrió, pidiéndole en silencio que no le hiciera hablar de ello, pero afirmándole que le contaría la verdad si él quería escucharla.
-Quiero decir... sólo si quieres. Sé que no te gusta hablar de ello...
-Entonces, gracias.

Otro silencio incómodo, no solían tenerlos, no estaban acostumbrados, siempre tenían de qué hablar, de qué bromear, de qué filosofar. Ella suspiró.
-Verás... -le empezó a decir- Yo la quiero, es mi hermana, pero... es complicado, demasiado complicado.
-Puedes confiar en mí.
Ella negó con la cabeza, como diculpándose.
-No, no. No me malinterpretes, no es por ti. Es, simplemente, que hay cosas de las que no me gusta hablar. Es como si quisiera demostrarme algo a mí misma... -Ella le miró, para comprobar en su expresión que él no estaba entendiendo nada- Verás... la vida no es ni blanca ni negra. No creo que por tener cosas malas en la vida, la vida sea mala, ni al revés. Mi vida... bueno, mi vida es compleja.
-Creo que podría llegar a entenderte, si te explicaras mejor.
-Mira, yo te he contado muchísimas cosas de mí, y creo que has visto que no me importa. Me gusta que intercambiemos experiencias pasadas duras, y también las buenas. Mis padres no han sido siempre mi mejor ejemplo; aún tengo clavados puñales en la espalda de antiguos amigos demasiado efusivos; me han roto el corazón un par de veces, de la forma más dolora que yo jamás imaginé...
Él la miraba atento, con ojos tristes, pero firmes.
-¿Quieres decir que tu vida es dura, pero aún así luchas?
Ella rió.
-No, para eso no te estaría soltando toda esta charla. Quiero decir que, a pesar de haber tenido todo eso, también tuve siempre unos padres que me cuidasen y me educasen; tuve amigos que me escucharon y secaron mis lágrimas cuando hizo falta; tuve el más dulce amor durante algún tiempo, y volví a tenerlo otra vez, de una forma tan distinta...
-... tu vida es equilibrada.
-Exacto. Tal vez haya llorado más veces que he reído. Pero la risa siempre ha tenido mucha más fuerza y mucho más valor. Simbólicamente, podría decirse que por cada cien risas que han salido de mi boca, sólo dos lágrimas han salido de mis ojos. Y la segunda era de reírme.

Ambos sonreían. Él lo entendía perfectamente.

-De todos modos, eso no tiene nada que ver con lo de tu hermana... no te estoy pidiendo que me lo cuentes -se apresuró a añadir.
-Sí que tiene que ver. Mi hermana es algo para mí que obstaculiza ese equilibrio que quiero que percibas. Si ahora te contase cómo me ha tratado esa persona, tú me tomarías por una desdichada, y no lo soy. soy una persona con mucha suerte: hay gente peor que yo que no tiene nada de suerte. Pronto se te olvidaría que soy una persona optimista con la que poder reír, una persona que va más allá de lo que se ve y quiere ver más allá contigo. Se te olvidaría todo eso, te obstruirías con mi información y tú escaparías, a lo mejor inconscientemente, a lo mejor a sabiendas de todo... pero acabarías huyendo, pensando que no tenemos nada en común.

Él volvió a abrazarla. A ella le caía una lágrima caliente por la mejilla helada.
-Yo no te voy a dejar nunca -susurró él.
-Sí, lo harías si yo hiciera las cosas mal.
-¿Cómo lo sabes? ¿Cómo lo dices con tanta seguridad?
-Porque si no fuera así... -ella cogió aire- ahora mismo, esto sería una escena real, no estaría soñándola.



Ella despertó en su cama, en ese invierno extraño. Estaba destapada, en posición fetal, con las manos entre sus piernas. Eso explicaba todo el frío en el cuerpo excepto en las manos. Lo que no era capaz de explicarse era la desazón que sentía, la soledad repentina, el miedo, y la lágrima que rodaba por su mejilla helada.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Lluvia

Llevo un rato intentando expresar lo que estoy sintiendo en estos días. Pero no se me ocurren ni palabras adecuadas, ni formas entendibles. Al final he desistido, y sólo quiero decir que:

Me apetece salir a la calle, y bailar bajo la lluvia. Y que se me mojen las gafas si quieren, que nada me importa en estos días porque las cosas vuelven a estar del derecho.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Sé..., pero...

Sé que hay cosas bellas, pero me tapo los ojos con dos manos para no verlas. Sé que el cielo es azul, pero lanzo bocanadas de humo al viento para que vaya a juego con mis ánimos. Sé que no debería quedarme quieta en el camino, pero ya he gastado todas mis provisiones y he disparado todas mis balas y me da miedo morir si sigo. Sé que hay gente que me escucha, pero no quiero hablar. Sé que hay gente que me habla, pero no quiero escuchar. Sé que hay canciones flotando en el aire, pero no me apetece bailar. Sé que no podré, pero sólo tengo ganas de dormir y no despertarme hasta que mi mundo vuelva a ponerse al derecho.

Hoy todo es una mierda, mañana será otro día.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Sé bien.

No me gusta que te alejes, porque te quiero. Y además...

martes, 2 de diciembre de 2008

sonrisa común.

Pues me siento bien, oiga. Y me apetece gritarlo a los cuatro vientos, y quedarme muda y sorda al gritarlo. Y querer a todo el mundo, y abrazar a todo el mundo, y darle la espalda a todas esas cosas que me preocupan porque ahora no es el momento de preocuparme. Y que le jodan a aquellos que intenten hacerme ver que la vida no es bella, que a pesar de los golpes que me ha atestado, yo sé que tiene buena fe. De todo se aprende: de Ella aprendí que la amistad no es para siempre, que no todo es certero. De Él aprendí que hay más de una forma de amar y que casi todas son válidas. De otra Ella que, a pesar de la ausencia de certeza, se puede estar seguro de algunas cosas, aunque pocas. De otro Él que la sonrisa es importante, que el buenrollismo es el motor de esta vida puta. De la pequeña Ella aprendí que la lucha contra las dificultades se puede ganar a base de carcajadas. Del desafortunado Él que la vida hay que cogerla por los güevos, sin dejarla saltar por la ventana y que no hay que dejar pasar la oportunidad de decir lo que se siente.

Ha habido tantos Ellos que me creo con la obligación de haceles justicia no dedicándoles un blog, sino dedicándoles mi forma de vida, mi paso a paso, mis fuerzas, mis reflexiones. Esa sonrisa es tuya, y tuya, tuya también. De todos. De absolutamente todos.