lunes, 16 de marzo de 2009

#1: Presentación (I)

Era muy largo como para cansaros el primer día con tanto. Así que lo he dividido en dos. Espero que os guste. hasta la semana que viene.

Una chica de piel y pelo moreno, vestida con un vestido de tela largo y blanco, estaba tumbada sobre la cama de la habitación de paredes moradas sobre las que había unos cuantos símbolos de la paz pintados en verde, un póster de Bob Dylan con su guitarra, fotografías en blanco y negro y un pequeño espejo colgados.
Era una tarde tranquila. La tenue luz del sol entraba por la ventana e inundaba la habitación. Soplaba una suave brisa. Los pájaros cantaban dándole paz a la casa entera. Bajito, sonaba Bob Marley. La chica miró el reloj que había junto a la lámpara, sobre la mesilla. Eran las seis de la tarde. Nada podía ser más perfecto. Respiró profundamente llenando sus pulmones con el aroma del incienso que estaba encendido al otro lado de la habitación, al lado del ordenador apagado.
Cerró los ojos, sonreía. Estaba en total armonía con el mundo en general, era estupendo no oír los mismos gritos de siemp…
-¡LOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

La chica abrió los ojos de golpe, volviendo a la terrible realidad, lamentando la realidad. Se tapó la cara con los brazos, adivinando lo que vendría a continuación y queriendo esconderse de ello.
Un torbellino de pelo rubio invadió su pequeño rincón tranquilo. Era una chica más bien bajita, con unos ojos grandes de color miel abiertos de par en par. Vestía unos vaqueros desgastados por el uso y una camiseta que le quedaba muy ancha. El pelo lo tenía recogido en una desordenada coleta, y el flequillo le ocultaba la mitad de la cara, alterado por haber corrido.

-Ai, eres tú, qué sorpresa –dijo la chica, aún tumbada y con los brazos sobre sus párpados.
-¿Es que no me has oído gritarte?
-A penas –ironizó Lola, paciente.
-El caso es que te llamaba porque Alex va a venir –se sentó a los pies de la cama de su amiga, hablando con una mezcla de molestia y alteración.
-¿Y?
-¡Que traerá a su tonto ligue! –parecía que no entendiese por qué Lola no estaba disgustada por algo tan grave.
-A riesgo de parecer repetitiva: ¿y?
Ainara puso los ojos en blanco.
-¡Que es tonta! Es como si al estúpido de Alex le pareciese divertido presentarnos a sus líos más tontos.
-Es que es así. Además, creo que exageras.
-¿Ah, sí? –se aclaró la garganta y puso la voz muy aguda para decir:- a mí me gustan los caballos. Son bonitos. Mi papá tiene caballos. Me gustan sus coletas. Tú pareces un caballo con esa coleta, Ainara. ¿También te gustan los caballos? –dijo esto mientras lo entrecomillaba gesticulando con sus manos –¡Por Dios! ¡Un caballo tiene más conversación!
Lola se rió. Se descubrió los ojos y se incorporó en la cama. Inspiró por última vez el olor a incienso. Miró a su amiga, tomándose su tiempo.
-Vives estresada, Ainara. Ése es tu problema.
-Maldita hippie –contestó por lo bajo.

Lola sonrió, dejándole claro que le había oído. No solía hablar si no era estrictamente necesario expresar algo en voz alta, como un sarcasmo o un buen consejo. Prefería dejar que sus expresiones lo dijeran todo, y pensaba que ese era el motivo por el que Ainara la quería tanto: no juzgaba constantemente sus actos, no le decía que sería mejor que hiciera cosas que por nada del mundo haría. Así era como todo el mundo actuaba delante de Ainara, no conseguían entender sus actos tal como los concebía. Pero Lola entendía a la chica y sólo le daba consejos cuando su amiga se los pedía o cuando lo consideraba peligrosamente necesario. Y después de dos años viviendo juntas, Lola había aprendido a saber cuándo Ainara necesitaba que le dieran un empujón con palabras: prefería los gestos y los actos. Y Lola lo sabía bien porque ella era igual.

Seguían las dos sobre la cama, Lola sonriendo pensando en todo esto y Ainara abstraída del mundo mirando la barra de incienso, cuando oyeron la puerta de la calle cerrarse de golpe. Ai dio un brinco en su sitio, y Lola simplemente dirigió la mirada hacia la puerta, levantándose lentamente. Ainara se adelantó y salió al salón, donde estaba la puerta principal.
-Si te dimos la llave, cenutrio, fue para que abrieras la puerta, ¡no para que nos la desencajases de la pared con esos portazos al cerrarla!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hala, hasta la semana que viene nada?
venngaaaa mujeeer que tienes la otra parte ya preparada¬¬
nos dejas con la intriga de como es el chumacho y la novieta..
por cierto, soy el rubio xD

Anónimo dijo...

Nos has dejado con las ganas y no se hacia largo...
En fin como tu veas la organizacion es tu hoistoria.
Bss, señorita