miércoles, 13 de mayo de 2009

#4: Cuando creemos saberlo todo y el mundo se nos echa encima por nada.

-¿Sabes, Juanra?
Lola se acomodó mientras hacía la pausa de rigor tras tal pregunta. Juanra le acariciaba el pelo con dulzura. Cogía uno de sus mechones morenos y lo hacía dar vueltas en sus dedos, marcándole aún mas los rizos.

-Dime -dijo el al fin.
-A veces... me da por pensar... ¿qué pasaría si nos quedáramos solos?
-¿Uhm? -dejó su pelo y la miró con cara de no entender lo que le decía.
-Quiero decir... -suspiró, no se le daba bien hablar -¿qué pasaría si ahora Ai y Alex no vuelven a hablarse nunca? Yo... bueno, Ainara es mi mejor amiga. Alex es tu mejor amigo. No podríamos quedar con uno sin que el otro se enfadase. No podríamos quedar los cuatros nunca más. Tú y yo estaríamos solos. ¿Qué haríamos?

Lola se incorporó en el sofá, mirándole a la cara con expresión realmente preocupada. Él no pudo contener una carcajada.

-Eso no va a pasar. ¿Por qué tendría que pasar?
-No preguntes y dime, ¿qué haríamos?

Juanra también se puso serio.

-Los problemas que tengan esos dos, se solucionarán enseguida. No tienes que preocuparte, Lola. Siempre están así: Alex es un imbécil. Ainara le perdona. Los dos son tan amigos. Todo está normal.

Ella asintió. Tomó aire, y siguió hablando:

-¿Te das cuenta de lo débil que es todo? Un edificio construido durante años de pronto se derrumba, y donde había cimientos, paredes, adornos... ya no queda nada. Hay que construir algo nuevo. Y construir siempre es muy difícil. Yo no quiero construir nada. No quiero que nuestro edificio se caiga.
-En ese caso, nos mudaríamos a un lindo piso para dos personas.
-Pero, Juanra, no sería lo mismo. ¿Tú y yo solos? Quiero decir... no sabemos estar solos.

Él sonrió. Lola se estaba liando con las palabras. Siempre lo hacía. Cuando estaba realmente preocupada pro algo, no sabía expresarse bien. Hablar mucho le perturbaba porque había perdido la práctica con los años. Transformar los pensamientos en palabras era todo un reto, un calvario. Siguió sonriendo, con aire tranquilizador.

-Cielo, no hay de qué preocuparse. Nada puede ser tan grave. Y si lo es, buscaremos una solución. Y si no la tiene, tú y yo nos apañaremos solos. También podemos torturarles hasta que vuelvan a hablarse.
-Nonono. Es más grave que otras veces. Lo sé. Lo siento.
-Pero se solucionará.

Empezaba a perder los nervios. ¿Por qué su novio no era capaz de entender lo que pasaba? Tendría que decírselo. ¿Contaría eso como traición a una amiga? Daba igual, o se lo decía, o no lo entendería. Y si no lo entendía, no podrían solucionarlo. Y si no podían solucionarlo todo acabaría. El orden natural de las cosas se truncaría. La humanidad cambiaría radicalmente. El mundo implosionaría y se construiría un mundo mucho peor. Un mundo sin Clapton, sin cerveza, ni incienso. Una verdadera catástrofe.
Frenó sus cavilaciones.

-Recuérdame -le dijo al chico, muy lentamente- que no pase tanto tiempo con Ainara.
-¿Eh? -ahora sí que no entendía nada.
-Da igual. Olvídalo. Te voy a contar algo que espero que, por el bien de tus testículos, quede entre nosotros.

Juanra asintió. Ella tomó aire.
-Verás... La otra noche, cuando salimos y Ainara se fue a casa de Alex, pasó algo que a Ai le está costando superar, más teniendo en cuenta que Alex no se acuerda de nada. Por eso, está huyendo de él todo el día, ya ni si quiera van juntos a la facultad... -Juanra escuchaba atento- El caso, El estúpido de nuestro querido amigo, le dijo a Ainara que...

-PUM-

Janra dio un salto. Lola otro.
-En serio, Ainara altera mi carma.

-¿¡Cómo tengo que decirte que no des portazos, cabeza de chorlito!? -era la voz histérica más inconfundible del mundo, dirigiéndose inconfundiblemente a la persona que más le enervaba en el mundo.
-Pero si lo hago sin querer, Ai. Sé buena y perdóname -esa era la vocecita de súplica especial de Alex.
-¡Eres incapaz de no ponerme furiosa un sólo día! ¡Con lo bien que ibas!

En el salón apareció Alex, con una sonrisilla orgullosa, lanzado desde la puerta por un empujón de Ainara. Ésta iba detrás, sonriendo también, como si su excentricidad le hubiese hecho olvidarse de que Alex acababa de pincharla.
Juanra sonreía al verlos entrar. Había dejado de escuchar a Lola, que al ver tan normales a sus amigos, entró en una especie de dimensión pararela llena de preguntas sin respuesta y de incomprensiones varias.

-Oye, pues yo los veo tan guay como siempre -susurró Juanra; luego alzó la voz:- ¡Hola Chicos! ¿Cómo va eso?

-¡Muy bien! -contestaron al unísono, haciendo que Lola por fin reaccionase.

-A la mierda el carma... ¿¿¿QUÉ???

1 comentario:

Arlekín Negro dijo...

Voy a pasar de mis palabros, simplemente gracias.



PD: intriga, ¿será lo que todos (mi otra personalidad y yo) pensamos?