miércoles, 1 de octubre de 2008

De lo eclarecedor de la agonía y lo hiriente de la alegría.

Me apetece escribir algo alegre por la gente que se preocupa por mí, por mi intermitente tristeza, y por mí misma.

Siento que ya no me salgan cosas de esas que te hacen llorar de felicidad por recordar buenos momentos, el tiempo maltrata el pensamiento, y eso que no soy vieja.

Quiero descrubrir, redescubrir, redescubrirme. Ya es hora y, modestia aparte, me lo merezco.

Sentir que tengo el mundo bajo mis pies es una de las sensaciones que más se repiten, junto con la sensación de soledad, en mi cabeza. Ese increíble poder de invencibilidad, de autosuperación, de autocrítica constructiva, de saber que se pueden volver a contruir las cosas que se tiran.

Soy una persona optimista, de verdad que sí, pero alguien dijo alguna vez que es más fácil escribir cuando las emociones desbordan el alma, y eso suele ocurrir cuando nos sentimos abatidos. Somos así de egocéntricos, de estúpidos, de ignorantes: no sabemos apreciar lo bueno, sólo le damos importancia a lo malo, o, al menos, se la damos con más fuerza. Vemos más claramente cuando algo nos duele que cuando estamos agusto con una situación. Tontería, pretensión, prepotencia. Sólo nos duele lo nuestro, no somos capaces de ver lo afortunados que somos... hasta que es demasiado tarde.
Las cosas las apreciamos cuando ya no están. Cuando nos damos cuenta de que se han ido para siempre lloramos por ellas, y eso es lo que hace que parezca que suceden más cosas malas en el mundo en proporción con las buenas. En el fondo yo no lo creo, yo pienso que un amanecer es algo maravilloso, algo más intenso que una dolorosa despedida, pero yo también soy humana, así que me doy cuenta de ello cuando es demasiado tarde, cuando la noche se cierne sobre mí.

Y el pasar tiempo contigo me hace darme cuanta de esas cosas buenas, casi insignificantes para muchas personas, porque hasta lo más mínimo alegre se intensifica, y lo más triste desaparece. Y de esto también me di cuenta cuando ya fue demasiado tarde; qué suerte tener una segunda oportunidad y querer aprovecharla al máximo. Gracias por preocuparte por mí, ya ves que estoy todo lo bien qe se puede estar; y si tengo días tristes es porque a veces la oscuridad gana al rayo de luz y no puedo evitar ver los colores en blanco y negro y no sacarle ningún partido a ello; pero en general, lo veo a todo color.

De nuevo, gracias.

1 comentario:

Valerian dijo...

Pos bueno es saberlo xD