lunes, 31 de marzo de 2008

Recuerdos.

Sobre las manos, sostengo arena; arena fina como la de las playas del Caribe, aunque nunca estuve allí; no, siempre preferí la montaña. también tengo en mis manos agua cristalina, no tiene ni la mínima sombra de color, puedo observar mis arrugas prematuras... y tus besos.

Es curioso lo que dura el rastro de un beso... si sólo es un gesto, el simple reposo de unos labios cansados en una mejilla hospitalaria. En este caso las hospitalarias eran las manos, pero podrían haber sido los labios. También es curioso cómo un beso en los labios sabe tan dulce... al fin y al cabo, sólo son otros labios... el intruso sabor de otros labios en los propios. ¿No debería de ser eso algo repulsivo?¿No deberíamos ponernos a la defensiva ante tal acto? Y... sin embargo, nos sentimos vulnerables, las piernas no saben estar de pie, como han hecho toda la vida antes; y a las mariposas esas que dicen que viven en los estómagos (¡qué especie tan rara y maravillosa al mismo tiempo!) les da por arañar suavemente, dando una extraña sensación de vértigo agradable.

Bueno, como decía en un principio... vaya, qué extraño: se me ha olvidado de lo que iba a hablar. Debía de ser algo hermoso, pues me llevo a recordar el dulce color, olor y tacto de esos viejos olvidados que son en mí los besos.

2 comentarios:

Sofi dijo...

Qué lindo escribís. Te agrego a mis vínculos.

Sayuri dijo...

Algunos recuerdos nos hacen flotar y logran abstraernos de todo. Un beso, una caricia... ¡que forma tan bella de describirlo!